Aquí llega la segunda entrada sobre los escenarios de Del rojo lo naranja; nos vamos al principio de la historia de Alejandra y, también
al principio de la historia de Paula; las dos, en su primer capítulo, pasan por
la Plaza de los Caídos en Guadalajara, aunque es Paula la que hace un repaso a
lo que esta plaza fue y a todo lo que perdió.
No pretendo hacer un texto con grandes explicaciones de los
edificios y de su historia, más bien un reportaje fotográfico aunque, eso sí,
dejaré enlaces donde explican la historia de cada uno de ellos de manera más
completa, por si tenéis interés en ello.
Alejandra se dirige a la Estación de Autobuses de Guadalajara, localizada en el cruce de las calles Avenida del Ejército y Dos de Mayo, dispuesta a pasar una noche de fiesta en Madrid con una antigua compañera de la universidad. En ese pequeño viaje conocerá al tercer protagonista de la novela: Iván; pero antes se
detiene frente al Palacio del Infantado puesto que le molesta el calzado. Este
palacio es, sin duda, el emblema de la ciudad de Guadalajara, su edificio más
conocido.
El Palacio, mandado edificar por Íñigo López de Mendoza y
Luna, segundo duque del Infantado, se terminó de construir a finales del siglo
XV. Es de estilo gótico isabelino con elementos renacentistas.
En su larga historia ha visto la boda de Felipe II con
Isabel de Valois, la muerte de Mariana de Neoburgo, la viuda de Carlos II; o el
encuentro de Felipe V con Isabel de Farnesio con motivo de sus bodas por
poderes.
La fachada no siempre fue tal y como se ve hoy, sufrió
varios cambios, como muestran las siguientes fotos antiguas.
Tal y como cuenta Paula, el palacio sufrió las consecuencias
del bombardeo sobre la ciudad el 6 de diciembre de 1936 en el que que 23
aviones del bando sublevado arrojaron 200 bombas incendiarias y 40 explosivas
que causaron 18 víctimas mortales, además de numerosos destrozos materiales.
El bombardeo se llevó los magníficos artesonados mudéjares
que vestían varias de las salas del Palacio, de ellos nos quedan algunas
imágenes:
Uno de los elementos más característicos del Palacio es el
Patio de Los Leones, compuesto de dos galerías adornadas con leones y grifos.
Paula se dirige a comenzar sus clases en la Escuela de
Magisterio de Guadalajara cuando conoce a Iván que, desde Madrid, viene a la
escuela para empezar también su diplomatura. La Escuela hoy en día está
adscrita a la Universidad de Alcalá de Henares.
Paula e Iván hablan junto a la Iglesia de Los Remedios,
mandada construir por Pedro González de Mendoza, obispo de Salamanca, a finales
del siglo XVI. Actualmente es aula magna de la UAH en su campus de Guadalajara.
En este paseo por la plaza de los Caídos, llega el momento
de pasar de los edificios todavía en pie a los que solo mantienen algunos de
sus ladrillos y piedras donde siempre estuvieron; me refiero al Real Alcázar.
Fachada del Alcázar que da al barranco del alamín
El edificio fue una fortificación de andalusí del siglo IX.
A lo largo de su historia ha sido Palacio Real, Fábrica de Sarguetas (como
ampliación de la Real Fábrica de Paños localizada frente al Palacio del
Infantado), cuartel militar, Colegio de Huérfanos de la Guerra y el Batallón de Aeroestación hasta ser completamente destruido en el bombardeo
del 6 de diciembre de 1936.
Se han llevado a cabo varias campañas de excavacionesar queológicas y tratado de poner en marcha un itinerario para visitar los restos. No obstante, este lleva cerrado años dejando que avance su deterioro.
Y de los edificios de los que queda poco pasamos a aquellos
de los que ya no quedan nada, como es el edificio de la Academia Militar de Ingenieros, institución de formación militar que estuvo en Guadalajara desde
1833 hasta 1932, cuando se trasladó a Segovia, ocupando parte del espacio donde
estuvo en su momento la Real Fábrica de Paños (que se instauró en la ciudad a
principios del siglo XVIII). El principal edificio de la academia era el
Palacio de los Montesclaros hasta que en 1924 se quemó, destruyéndose gran parte
del mismo y una importante colección de modelos, documentos, libros y obras de
arte. Miguel Primo de Rivera y Alfonso XIII acudieron a la ciudad para ver de
primera mano lo sucedido. El rey prometió al alcalde que se construiría un
edificio nuevo, cosa que nunca ocurrió.
Fotografía tomada durante el incendio que destruyó el edificio.
A lo largo de su historia, la sede de la Academia sufrió
varias reformas, teniendo cuando se quemó la fachada proyectada por Ramón
Valcárcel en 1905.
La Academia de Ingenieros ocupaba el espacio entre la actual Plaza de los Caídos y el barranco del Coquín, en la siguiente foto podemos ver parte de las fortificaciones que daban al barranco.
Otro edificio que estuvo presente en este entorno, pero que
no mencionan ni Paula ni Alejandra, fue la antigua iglesia de Santiago, de estilo mudéjar, conectada con el Palacio del Infantado para que los Duques tuvieran un acceso
directo y privado a la misma.
Después del paseo, podemos hacernos una idea general de cómo
fue la plaza gracias a varias fotos aéreas, así como de la evolución, siempre a
peor, de la misma.
La primera de las
fotos cuenta todavía con la mayor parte de sus edificios en pie, exceptuando la
Iglesia de Santiago, de la que se aprecian los restos.
La segunda foto nos presenta la plaza después del incendio
de la Academia de Ingenieros, como se puede observar, la fachada de la academia
resistió, incluso su característica torreta, pero aún así se decidió
derribarla.
También podemos ver que donde hoy se localiza la Avenida del Ejército y la entrada al túnel de Aguas Vivas, había antes un edificio, parte
de la antigua Real Fábrica de Paños y posterior Academia de Ingenieros.
A mi modo de ver, estas dos fotos nos dan prueba del
magnífico patrimonio que ha perdido la ciudad en esta zona y de la preciosa
plaza que podríamos disfrutar cargada de numerosos edificios históricos.
En la siguiente foto podemos ver una imagen de la situación
actual de la plaza y darnos cuenta de que, en cuanto a patrimonio, en
Guadalajara cualquier tiempo pasado fue mejor.
No obstante, pese a todas estas pérdidas, Guadalajara sigue ofreciendo al visitante un buen número de edificios dignos de ser visitados, pudiendo pasar un día magnífico.
Espero que, aunque nos deje un sabor amargo, os haya gustado este repaso de uno de los escenarios de Del rojo lo naranja.